Son muy pocos los que se dan cuenta de la preocupante agonía de la música clásica, y los que aún no lo han percibido, tal vez sea por vivir apresuradamente, lo cual trae aparejado una amarga indiferencia por las partituras o las obras inmortales.
Casi olvidados nombres muy famosos han quedado adheridos a una frágil y simple memoria. Estoy refiriéndome a las personas menos cultas, para quienes la vida es sudor y no encantamientos. ¿Quién puede ser capaz, hoy día, de dedicarse a componer óperas, sinfonías, obras tan magníficas en donde el sonido sea luz y el arte sol?
En Brasil, hubo un tiempo de gran intercambio entre las divinidades, que desde sí mismas emanaban esplendor, tales como el Padre José Mauricio, con sus bellísimas misas, Carlos Gomes( de quién dijo Verdi: “Él comienza donde yo termino”)... ¡o Villa-Lobos!
De él se podría decir que hubieran bastado sus “Bachianas Brasileiras” (obviamente inspiradas en Bach, lo que ya por sí sólo es un mérito) para que su nombre quedara inmortalizado en el Panteón de La Música.
Sólo tuvo un fracaso en su vida cuando, tal vez intentando escapar de su vocación, compuso una ópera: “Madalena”, estrenada en 1954 en Nueva York, cuando fue abucheado y el intento no pasó de una única representación.
Pero en lo demás, Vila-Lobos lució como piedra preciosa. Sus obras, plasmadas en el sentir brasileño, forjaron gloria entre los más cultos.
Tuvo una infancia feliz. Aunque el mayor deseo de su madre fue que se diplomara como médico y no sintiendo ninguna vocación para esa tarea, él estudiaba guitarra a escondidas. Así, atendía al llamado de su alma, satisfaciéndola con obras semi-clásicas, que notablemente impregnó de los ritmos locales norteños, distantes de las grandes ciudades debido a los escasos medios de comunicación de la época.
Viajó para oírlos, conocerlos y amarlos. Y así, gracias a ese espíritu aventurero que tenía, pasó tres años en Amazonas buscando inspiración en los cantos de aquella humilde gente, además de enriquecer sus oídos con el trino de los pájaros. Asi, expandió su talento, componiendo músicas al alcance de todos.
Más tarde sería educador y difusor musical. Pero su trabajo de creador no se detuvo allí y continuó con la creación de la Orquesta Villa-Lobos.
Tuvo el privilegio de haber sido interpretado por maestros famosos, como Kurt Mansur, Roberto Minczuk y otros, lo que comprobó su talento para los clásicos, al lado de obras populares, así como los Choros, si es que se pueden catalogar como populares. También se dedicó mucho al Canto Orfeónico, dejando significativas obras, como un digno marco para la multiplicidad de su talento.
Villa-Lobos falleció en noviembre de 1959. Mucho tendría que escribir sobre este gran creador, pero éste es sólo un breve comentario. Quienes deseen saber un poco más sobre él, sugiero que vean una película brasileña, disponible en DVD desde hace poco. Es verdad que toda película auto-biográfica no es plenamente exacta, pero aún así, vale la pena conocerlo tal vez en un cuerpo falso dentro de un alma verdadera.
Publicado por © Luiz Carlos Silva Pereira
Rio de Janeiro, Brasil
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