La gente que paga debe asumir la culpa, hablo de la gente que paga para ver a los animales en los circos, en los acuarios y en los zoológicos, esa gente sabe muy bien que son animales en cautiverio y como todo lo que Dios puso en el mundo deben de ser libres. Pero ante todo ¿somos libres nosotros?
No poseemos esa libertad divina que Dios confirió al primer hombre producto de su creación, porque a lo largo de los siglos y a continuación de cada historia los hombres han perdido su libertad, ese don tan preciado que deberían cuidar como a la vida misma.
Primero el hombre fue cautivo de los elementos naturales, luego el hombre fue cautivo del hombre. Después el humilde fue cautivo del poderoso.
Pasaron las civilizaciones y los hombres dejaron de ser cautivos de los otros para seguir siendo cautivos de ellos mismos, de sus miserias y sus pasiones, de sus instintos y de ese poder que le permite ser amo y soberano.
Dentro de si el hombre perdió la libertad en pos de utópicos ideales.
Y vuelvo a la historia del principio, dicen que la culpa del cautiverio de los animales es de quienes pagan por verlos. Tal vez tengan razón, solo hay que mirarlos y ver dentro de sus ojos esa tristeza de estar dentro de una celda llena de rejas y paredes que les impide correr y retozar a su gusto.
Pero el verdadero culpable es aquel que se dedica a lucrar en su propio beneficio con los animales y no el que los domestica para que cumplan una función en su larga o efímera vida.
La gente paga para ver al lobo marino, pedirle un aplauso, rascarse la nariz, para ver las travesuras de las focas y las pruebas de equilibrio de un delfín, y tantas otras cosas más.
Cero que esos animales de Dios que juegan a ser humanos son felices, si volvieran al mar o a la selva morirían porque perderían la mano de quien los alimentó, los acarició y los protegió, el que los hizo cautivos para acercarlo mas al hombre.
.
Publicado por Marta Milesi
Buenos Aires, Argentina
.
No poseemos esa libertad divina que Dios confirió al primer hombre producto de su creación, porque a lo largo de los siglos y a continuación de cada historia los hombres han perdido su libertad, ese don tan preciado que deberían cuidar como a la vida misma.
Primero el hombre fue cautivo de los elementos naturales, luego el hombre fue cautivo del hombre. Después el humilde fue cautivo del poderoso.
Pasaron las civilizaciones y los hombres dejaron de ser cautivos de los otros para seguir siendo cautivos de ellos mismos, de sus miserias y sus pasiones, de sus instintos y de ese poder que le permite ser amo y soberano.
Dentro de si el hombre perdió la libertad en pos de utópicos ideales.
Y vuelvo a la historia del principio, dicen que la culpa del cautiverio de los animales es de quienes pagan por verlos. Tal vez tengan razón, solo hay que mirarlos y ver dentro de sus ojos esa tristeza de estar dentro de una celda llena de rejas y paredes que les impide correr y retozar a su gusto.
Pero el verdadero culpable es aquel que se dedica a lucrar en su propio beneficio con los animales y no el que los domestica para que cumplan una función en su larga o efímera vida.
La gente paga para ver al lobo marino, pedirle un aplauso, rascarse la nariz, para ver las travesuras de las focas y las pruebas de equilibrio de un delfín, y tantas otras cosas más.
Cero que esos animales de Dios que juegan a ser humanos son felices, si volvieran al mar o a la selva morirían porque perderían la mano de quien los alimentó, los acarició y los protegió, el que los hizo cautivos para acercarlo mas al hombre.
.
Publicado por Marta Milesi
Buenos Aires, Argentina
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario