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martes, 22 de septiembre de 2009

70 AÑOS DE CINE ARGENTINO A VUELO DE PÁJARO

En 1933 se rodó el primer filme sonoro argentino, "Tango", de Luis Moglia Barth, protagonizado por Libertad Lamarque, y "Los tres berretines", de Enrique T. Susini, a los que siguieron "Noches de Buenos Aires" (1935), de Manuel Romero, y "Puerto Nuevo" (1936), de Luis César Amadori.

Por aquel entonces surgió también una generación de nuevos realizadores que floreció antes de la II Guerra Mundial, más orientada hacia un cine de género con aspiraciones artísticas, en la que destacaban Leopoldo Torres Ríos ("La vuelta al nido", 1938), el también actor Mario Soffici (que había empezado con "El alma del bandoneón", 1935, de nuevo con Libertad Lamarque, pero más tarde hizo las más serias "Viento norte", 1937 y "Prisioneros de la tierra", 1939, precursora del cine social argentino), y sobre todo, Luis Saslavsky ("Crimen a las tres", 1935; "La fuga", 1937; "Puerta cerrada", 1939; o "La casa del recuerdo", 1940), el cineasta del periodo con más aspiraciones intelectuales.

El golpe de Estado de 1943 favoreció el aumento del número de películas en detrimento de su calidad y aplicó una fuerte censura. Destacan en ese periodo "Tres hombres del río" (1943), de Mario Soffici; "La dama duende" (1945), de Luis Saslavsky; "A sangre fría" (1947) y "La vendedora de fantasía" (1950), de Tinayre, ambas interpretadas por Alberto Closas. Un buen director, Lucas Demare, dirigió "Su mejor alumno" (1944), "Pampa bárbara" (1945), una especie de western criollo, y "Los isleros" (1951).

Con la caída del peronismo en 1955, se produjeron una serie de películas de crítica abierta a este régimen, comenzando con la de Lucas Demare "Después del silencio" (1956). Durante este periodo aparecieron dos jóvenes realizadores: Leopoldo Torre Nilsson, hasta el momento el cineasta argentino de mayor prestigio internacional, que hizo "La casa del ángel" (1957), "Fin de fiesta" (1960), "La mano en la trampa" (1961) y "Martín Fierro" (1968); y Fernando Ayala, que dirigió "Ayer fue primavera" (1954), "Los tallos amargos" (1956) y "El jefe" (1958).

Ya en la década de 1960, la influencia de la nouvelle vague francesa en el cine argentino se refleja en títulos como "Alias Gardelito" (1961), del actor Lautaro Murúa (conocido por sus intervenciones en las películas de Leopoldo Torre Nilsson, autor de la popularísima "La Raulito", 1975); "La cifra impar" (1961), sobre texto de Julio Cortázar, y la inédita "Los venerables todos" (1962), ambas de Manuel Antín; "Los jóvenes viejos" (1961), al estilo del italiano Michelangelo Antonioni, y "Pajarito Gómez" (1964), de Rodolfo Kuhn. Este último sí enlazó con la producción industrial, a diferencia de lo que pasó en líneas generales con este movimiento, que por descuidar este aspecto del cine, pronto provocó el desinterés del público.

También en estos años y bajo la influencia de la nouvelle vague el actor Leonardo Favio se lanzó a la dirección con "Crónica de un niño solo" (1964) (foto), "El romance del Aniceto y la "Francisca" (1967) y "El dependiente" (1968). Fue entonces cuando se consolidó en el cine argentino una fuerte impronta ideológica, que atrajo incluso producciones extranjeras, como "Los inocentes" (1962) o "La boutique" (1967), de los directores españoles Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga respectivamente, rodadas en Argentina por problemas con la censura franquista. En esta línea ideológica, que aún hoy perdura, destaca la encuesta neoperonista de cuatro horas y media "La hora de los hornos" (1968), de Fernando Solanas y Octavio Genio.

Por su parte, Torre Nilsson filmó "Güemes, la tierra en armas" (1972), "Boquitas pintadas" (1974), adaptación de la novela de Manuel Puig que alcanzó gran éxito internacional, y "La mafia" (1971), que explora el tema de esta organización familiar- delictiva un año antes que "El padrino", de Francis Ford Coppola.

El golpe militar de 1976 y la dictadura posterior, provocaron una crisis de la cinematografía nacional, y hasta 1980 apenas se realizaron producciones interesantes, a excepción de películas como "La parte del león" (1978), debut del director Adolfo Aristarain. Este periodo de crisis se remontó, no obstante, con una serie de interesantes realizaciones que trataban de una u otra forma temas políticos, como "Tiempo de revancha" (1981) y "Los últimos días de la víctima" (1982), de Aristarain, protagonizadas por obreros que cuestionan su compromiso político; "Asesinato en el senado de la nación" (1984), de Juan José Jusid, de corte histórico; "La historia oficial" (1985), de Luis Puenzo, Oscar a la mejor película extranjera; y "No habrá más penas ni olvidos" (1983), de Héctor Oliveira, Oso de Plata en el Festival de Berlín, que tratan directamente las trágicas consecuencias de la dictadura militar.

Dentro de esta corriente el tema del exilio aparece también en "Tango, el exilio de Gardel" (1985), de Fernando Solanas, que obtuvo el César a la mejor banda sonora original escrita por Ástor Piazzola, y se perciben tintes feministas en la obra de María Luisa Bemberg, realizadora más comercial y prolífica, que en sus retratos de la alta burguesía argentina, como "Miss Mary" (1986), trata también de adscribirse al análisis político vigente.

Este brillante periodo, durante el que se realizaron películas como "La deuda interna" (1988) de Pereira, alcanzó un promedio anual de producción de más de 30 películas. Su esplendor se vio truncado por el crecimiento de la inflación y la crisis económica de 1989, que hizo descender el número de rodajes y provocó que algunos de los mejores realizadores, como Aristarain, se instalaran fuera del país. En su caso se trasladó a España, donde rodó "Un lugar en el mundo" (1992), premio Goya de la Academia de Cinematografía Española en 1993, y, ya como producción totalmente española "La ley de la frontera" (1995).

En la década del 90 se asistió a un renacer del cine argentino, artístico al menos, con figuras como Eliseo Subiela, director de "Hombre mirando al sudeste" (1986), "El lado oscuro del corazón" (1992), o "No te mueras sin decirme a dónde vas" (1995), como "Perdido por perdido" (1993) de Alberto Lecchi, o como "Gatica el mono", de Leonardo Favio, Goya en 1994.

De "Apuntes para la historia del cine" del Prof. Luis T. Melgar (2005)
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sábado, 20 de junio de 2009

EL CINE IBEROAMERICANO PRESENTE EN SHANGHAI




Un total de ocho películas iberoamericanas se exhiben estos días en cines repartidos por toda la ciudad de Shanghai, en el este de China, dentro del Festival Internacional de Cine de la ciudad oriental (SIFF).

Junto con las brasileñas "Romance" (2008), de Guel Arraes, única cinta latinoamericana que compite en la sección oficial, y "Destino" (2008), la primera coproducción sino-latinoamericana, dirigida por Moacyr Góes, que fue estrenada en Shanghai dentro de la sección de Panorama, hay otras seis películas en portugués y español. Entre ellas destacan, en un apartado especial, Foco Brasil, tres producciones de ese país sudamericano: "Alucinados" (Brasil, 2008), de Roberto Santucci, "Os desafinados" (Brasil, 2008), de Walter Lima Jr., y "O xadrez das cores" (Brasil, 2004), de Marco Schiavon.

El festival supone para estos directores "una oportunidad muy especial", declaró a Efe Santucci. "Es impresionante ver la China de hoy en día y el potencial de su mercado cinematográfico, y ver que tiene un festival que está abriendo posibilidades para las producciones latinas, para el mundo exterior. Es estupendo poder traer aquí nuestras historias, y ver cómo esas historias son interpretadas desde el punto de vista asiático", dijo Santucci.

Este año destacan en el SIFF, además, dentro de la sección de Panorama, las producciones "Sangre del Pacífico" (Argentina, 2009), de Boy Olmi, "Déficit" (México, 2007), de Gael García Bernal, y "Arte de roubar" (Portugal, 2008), de Leonel Vieira, así como la estadounidense "Acts of Mercy" (2009), de la hispana Laura López. Otra película relacionada con América Latina, dentro del ciclo Foco Alemania, es "Dr. Alemán" (Alemania, 2008), de Tom Schreiber, que trata los problemas de violencia de Colombia. A estas creaciones se suman cuatro cortos más: "El Forjador de Historias" (España, 2008), de José Gómez Gallego; "Disminuir el paso" (España, 2008), de Iván Hermes; "Porque hay cosas que nunca se olvidan..." (España, 2008), de Lucas Figueroa; y "Mais uma História no Rio" (Brasil, 2008), de Raul Guterres. Por último, también se vieron representados los cortometrajes de varios estudiantes de cine, como "Oda a la piña" (Cuba, 2008), de Laimir Fano Villaescusa, que ayer ganó el premio al mejor director que concede el festival a los estudiantes, así como "El muerto Mendoza" (Cuba, 2008), de Rodrigo Alves de Melo, y "Ephemeral" (Colombia, 2008), de Óscar Orjuela.

El realizador cubano Laimir Fano Villaescusa, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de Baños, ganó el premio para estudiantes al mejor director de cortometrajes que concede el Festival, por su obra "Oda a la piña".

Los premios para estudiantes internacionales "Una ciudad mejor, una vida mejor", bautizados con el mismo lema que llevará la Exposición Universal que se organizará en la metrópoli asiática el año que viene, tuvieron este año un fuerte carácter latino, ya que entre los 20 nominados hubo también un colombiano y un brasileño.

Además, la cinta que fue destacada como mejor cortometraje del festival, "A day's work", del estudiante Rajeev Dassani, de la Universidad del Sur de California, se centra en un día de trabajo de tres inmigrantes mexicanos en Estados Unidos.

Ni Dassani ni Fano acudieron a recoger sus galardones a Shanghai, donde sí estuvieron el brasileño Rodrigo Alves de Melo, de la misma escuela que Fano, y el colombiano Óscar Orjuela, de la Universidad Javeriana de Bogotá.

Alves de Melo, en declaraciones a Efe, valoró de "muy positivo" que "un festival tan importante como el de Shanghai" nominara sus cortos, aunque también señaló algunos "problemas en la organización" que impidieron proyectar las veinte obras seleccionadas.

Por su parte, Óscar Orjuela se quejó de las dificultades que tienen los cortos colombianos para salir al extranjero, ya que "allí la gente no confía en ellos. Yo tuve suerte, porque conseguí que el festival de Shanghai me financiara parte del viaje y en Bogotá me financiaran la otra parte, pero tuve que apuntar a la luna para poder darle a la montaña", afirmó.

Este año, según datos de los organizadores, al festival llegaron 655 cortometrajes de 47 países, un récord de participación que atrajo a Shanghai al presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Los Ángeles, Sid Ganis, quien felicitó a los jóvenes y les animó a que siguieran en el mundo del cine. "Pedí especialmente estar en la competición de cortos en el festival de Shanghai porque creo que vosotros sois los próximos ganadores de los Óscar", les dijo.

En las otras tres categorías del festival los premios fueron para la surcoreana Hyebin Lee en la categoría de animación, para la británica Sally Pearce en la de mejor idea, y para la china Xi Xueqing como premio especial del jurado.

En un foro del Festival, se debatió acerca del éxito de la industria cinematográfica en tiempos de dificultades económicas. En los momentos difíciles, la gente se vuelca con las cosas que proporcionan placer. El foro de Shanghai se centró en la interacción entre la crisis financiera y la industria cinematográfica. La teoría es que las películas, que ofrecen consuelo y son asequibles como un pintalabios, se benefician de la economía en apuros.
El foro reunió a profesionales de la industria conematográfica de dentro y fuera de China. Representantes de la Sociedad de Cine de América afirmaron que la crisis financiera es una oportunidad para las producciones de gran calidad. Los realizadores chinos, animados por el crecimiento de los ingresos de taquilla de los últimos años, comparten esta visión.

En el año 2008, los ingresos por venta de entradas de China superaron los 630 millones de dólares, lo que supone un incremento del 30 por ciento respecto al año pasado. Treinta y cuatro cadenas de teatro de China operan más de mil 500 salas de cine. Con un mercado potencial de tal tamaño, las películas en lengua china tienen muchas probabilidades de ser un éxito.

domingo, 7 de junio de 2009

CINE: OLGA ZUBARRY



La apertura de esta nueva sección la inauguramos con una de las grandes actrices del cine argentino: la señora Olga Zubarry, quien viene trayendo una buena y extensa trayectoria a lo largo de muchos años en el cine nacional, por el que ha transitado con solvencia y eficiencia para el deleite de varias generaciones de público con más de sesenta películas. A través de su labor frente a la pantalla cubrió un amplio y casi total espectro de personajes humanos que podría catalogarse como un repertorio envidiable y que sólo cabe en la trayectoria de una gran actriz.

No es fácil transmitir el fiel retrato de un artista, pues siempre lo asociamos subjetivamente a sus personajes o a su labor frente a las cámaras, y sobre todo tratándose de estrellas de cine, de quien cada uno ya tiene su propia y personal composición. Bien sabemos que, aunque alguien sea siempre el mismo, cada uno lo verá o apreciará a su manera.

Sólo tengo dos palabra para definir a Olga Zubarry: Actriz y Antidiva. Demostró, a través de los roles que le tocó personificar, ser una de las más grandes con propiedad. Pero al mismo tiempo, siempre estuvo distante de lo que comúnmente alimenta a una "gran estrella": el cotilleo, el cultivo de la imagen, los escándalos prefabricados, la prensa amarilla, la lucha por el cartel a cualquier precio, la rivalidad salvaje y despiadada, el crepúsculo amargo.

En 1946, siendo aun una adolescente, había filmado "El ángel desnudo", filme catalogado como pionero en un rótulo: el desnudo. Desnudo y década del 40 se aúnan para formar la palabra "escándalo". ¿Quién podía soportar, entonces, a Olga Zubarry "desnuda" en escenas que han quedado indeleblemente marcadas? ¿Justo en esa adolescente que había dejado una imagen de puerilidad superlativa en "16 años" un tiempo antes? Aunque hoy sabemos que el desnudo verdadero no fue el de Olga sino el de una estatua, no deja de asombrarnos su postura tan personal frente a algo que hubiera podido significar su muerte artística definitiva o un escándalo sin precedentes.

Realmente, a partir de este primer gran filme de la incipiente estrella, comienza para ella un camino ascendente que no tendría reposo en cinco décadas. A Olga no parecían pasarle los años y aunque le daban, en sus últimos trabajos, roles de madre o de abuela, siempre sus ojos, su voz, su rostro, sus manos eran los mismos, atributos "zubarrianos" que fueron su sello personal y que nunca se diluyeron. Podemos encontrar en la Olga actual -ya retirada- los mismos rasgos de la férrea y tierna Salui de "Hijo de hombre" o la lazarillo sufrida y sacrificada de "Marianela", como también la dureza y rigidez de la pianista en "Concierto para una lágrima", o la huérfana sin escrúpulos de "Abuso de confianza", no sin dejar de olvidarnos de sus roles más veristas, de mujer de vida liviana, como la víctima de Edward Hyde en "El extraño caso del hombre y la bestia" o aquella inolvidable "Pecadora" que aun resuena en la distancia temporal con los acordes de un tango de suburbio.

Galardonada en innumerables oportunidades, su trabajo le valió premios importantes, tales como el de la Asociación de Cronistas Cinematográficos como Mejor Actriz Principal por "El Vampiro Negro" y luego como Mejor Actriz protagonista por "Marianela"; en 1961 ganó el Premio Hispanoamericano del Festival San Sebastián como Mejor Actriz por "Hijo de hombre", en 1972 se llevó el Premio Aptra como Mejor actriz por el ciclo televisivo "Alta Comedia"; ganó el Premio Santa Clara de Asís en 1983 y en 1988 el Aptra otra vez con el Premio Protagonista por otro prestigioso ciclo en la pantalla chica: "De Fulanas y Menganas".

Su labor televisiva ha sito también muy prolífica, trabajando en importantes ciclos que han hecho historia y que siempre se recordarán. Entre ellos, mencionemos "La comedia de la noche", "Alta Comedia", "Nosotros y los miedos", "Situación Límite", "Atreverse", "De Fulanas y Menganas", "El precio del poder", "El Sillón de Rivadavia".

Pero su carrera de actriz no hizo totalmente a Olga Zubarry persona. Es esposa, madre, abuela, goza de amistades entrañables de muchos años, entre quienes cuento a mi querida amiga Adelita Montes, pionera de las cazadoras de autógrafos y muy bella persona, quien también, igual que Olga, es muy amada y respetada por generaciones enteras de actores, actrices, directores, periodistas, y un largo etcétera donde incluyo al público.

Hay otras actividades de Olga que la proyectan en el plano social con una dimensión totalmente solidaria: es madrina e impulsora muy activa de un hogar para niños carenciados llamado M.A.M.A. que está ubicado en Villa Ballester, localidad del Gran Buenos Aires. Desde allí orienta y ayuda a niños y madres que han sufrido la orfandad o la marginalidad en alguna de sus facetas.

¡Olga Zubarry! Cuántas mujeres la habrán odiado y cuántas habrán soñado con ser alguno de su personajes. A cuántos hombres habrá removido atávicas fantasías y cuántos habrán soñado con ella como la mujer de sus sueños. Cuántos niños habrán encontrado en algunos de sus personajes a la madre que nunca vieron o a la hermana ideal con la que nunca jugaron. A lo largo de sus distintas etapas como persona y como mujer, Olga Zubarry cubrió un amplio y casi total espectro de personajes humanos que podría catalogarse como un repertorio envidiable y que sólo cabe en la trayectoria de una gran actriz, con roles multifacéticos y versátiles, como entrando y saliendo de imágenes que remitían a otras y éstas a la vez catapultando a la conciencia del espectador al mundo de los arquetipos universales, en una sinfonía de llantos y risas humanas, cotidianas o de siempre, universales o locales.


Filmografía de Olga Zubarry en Argentina

16 años (1943)
Safo, historia de una pasión (1943)
La pequeña señora de Pérez (1944)
Las seis suegras de Barba Azul (1945)
El ángel desnudo (1946) Elsa
Adán y la serpiente (1946)
No salgas esta noche (1946)
La muerte camina en la lluvia (1948)
Los pulpos (1948)
Yo no elegí mi vida (1949)
Abuso de confianza (1950)
Valentina (1950)
El honorable inquilino (1951)
¡Qué hermanita! (1951)
La comedia inmortal (1951)
El extraño caso del hombre y la bestia (1951)
El baldío (1952)
El vampiro negro (1953)
Mercado negro (1953)
Ellos nos hicieron así (1953)
Maleficio (1954)
Sucedió en Buenos Aires (1954)
La simuladora (1955)
Marianela (1955)
Concierto para una lágrima (1955)
Vida nocturna (1955)
Pecadora (1956)
De noche también se duerme (1956)
Los dioses ajenos (1958)
La sangre y la semilla (1959)
El candidato (1959)
En la vía (1959)
Las furias (1960)
Todo el año es navidad (1960)
Asalto a la ciudad (1961)
A hierro muere (1961)
Hijo de hombre (1961)
Misión 52 (1962)
Proceso a la ley (1964)
Ahorro y préstamo para el amor (1965)
Los guerrilleros (1965)
Amor y un poco más (1968)
Invasión (1969) Irene
Corazón contento (1969)
El hombre del año (1970)
El encanto del amor prohibido (1972)
Mi hijo Ceferino Namuncurá (1972)
Si se calla el cantor (1973)
El fuego del pecado (1974)
Los chicos crecen (1974)
La Mary (1974)
Las procesadas (1975)
Crecer de golpe (1976)
La nueva cigarra (1977)
Mi mujer no es mi señora (1978)
Desde el abismo (1980)
¿Somos? (1982)
Los pasajeros del jardín (1982)
Los tigres de la memoria (1984)
Contar hasta diez (1985)
Luna caliente (1985)
En busca del brillante perdido (1986)
Luces de ayer (1996)
El ángel y el escritor (1997)
Plaza de almas (1997)

Publicado por © Alberto Peyrano