Se celebra hoy, 23 de julio, en el territorio argentino y en el Uruguay, el Día del Payador. ¿Por qué este día? Precisamente porque fue el 23 de julio de 1884, en Montevideo, cuando se realizó la histórica payada entre el argentino Gabino Ezeiza y el uruguayo Juan Nava.
“Payada” se llama a los versos que el payador canta acompañándose con una guitarra. Estos poemas se caracterizan por ser improvisados entre dos o más payadores sobre un tema, que por lo general versa sobre el origen de la vida, el amor, el hogar o la muerte. Este género es muy popular en toda America Latina, especialmente en Uruguay, Argentina, Chile y Cuba, pero también se conocen payadores de Brasil.
Según lo expresan los considerandos de la Ley 24120, que fue la que dio origen a la celebración en la Argentina, “el payador fue el primer artista que recorrió, en gira, los pueblos de la provincia de Buenos Aires, no conociéndose, hasta los primeros años de este siglo, otro cancionero que el interpretado por ellos, y que el estilo, la milonga y la cifra eran el verdadero y único canto nacional aceptado por todas las poblaciones argentinas sin excepción".
El extinto Prof. Miguel Ángel Caiafa, del barrio de Boedo, historiador, ensayista, que tuvo una gran especialización sobre el tema payadoril expresó en una de sus conferencias que “el payador es un poeta repentista que canta en forma individual, sobre temas propuestos por el auditorio, o en contrapunto con otro, pudiéndose referir ambos al mismo asunto- solicitado previamente- y, también, formulándose en forma reciproca, preguntas que deben ser contestadas en verso. En el complejo arte del payador hay una estricta metodología del quehacer oral en la que se fusionan: mensaje, canto y música. Otros dos elementos la completan y caracterizan: el metro de los versos y la rima empleada. Para estructurar su mensaje el payador debe tener condiciones intelectuales innatas: básicamente inspiración poética y agilidad mental. A ellas tiene que sumarle sus actitudes de cantor, para volcar oralmente los frutos de su improvisación, y ejecutar adecuadamente su guitarra, que le sirve de acompañamiento, tanto en la parte musical, como de apoyo en la medida de sus versos. En cuanto al metro, los payadores prefirieron el octosílabo, desde los precursores hasta los actuales sostenedores del canto improvisado. Los más conspicuos payadores eran de origen humilde y los temas se relacionaban con los problemas de los obreros o de aquellos que pasaban necesidades”. En realidad, el payador posee una virtud instranferible e innata y suele ser dueño de reflexiones casi filosóficas en el breve instante en que su pensamiento se las dicta.
El escritor Álvaro Yunque, en un articulo periodístico, aportó una lista de los payadores de los primeros tiempos, de los cuales la mayoría actuó en en el barrio de Boedo: Gabino Ezeiza, Pablo Vázquez, Juan Navas, Luis Acosta García, Federico Curlando, Generoso Dámato, José Agustín Dillón, Antonio Caggiano, Donato Sierra Gorosito, Cayetano Daglio (“Pachequito”), Ambrosio del Río, Martín Castro, Juan Fulginitti, Francisco Bianco, Manuel Cientoforte, Silverio Manco, Félix Hidalgo y Andrés Cepeda. Tal vez, de todos, el que más gloria y fama tuvo –a pesar de su breve vida- fue José Betinoti (foto) (1878-1915), personificado por Hugo del Carril en la recordada película “El último payador” y a quien Sebastián Piana y Homero Manzi le dedicaran una de sus más sentidas y profundas creaciones.
Publicado por Alberto Peyrano
Buenos Aires, Argentina
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