En mi anterior reflexión hablaba de las empresas privatizadas y la preocupación de la gente. En parte me equivoqué y siempre es bueno reconocer un error a tiempo. En una sociedad agobiada por la inseguridad, las libertades desmedidas y descontroladas, las deficiencias en la educación y el negocio de la salud, también hay malestar, fastidio e impotencia por el mal manejo que uno sospecha intencionado en el control de los servicios. Y de las entidades financieras y de todo lo que pueda significar un perjuicio económico y moral del desprotegido ciudadano.
Hoy a las 4,30 hs. de la madrugada, me despierta el celular. Era el aviso de una promoción para que pague un valor y pueda consumir el doble. Qué alegría me provocó! Hace 9 años inicié un juicio a una telefónica por la costumbre de facturarme en forma repetida y pegada a un mismo número e inexistentes llamadas, como por ejemplo a Afganistán. Por supuesto, el Ente que lo regula jamás me dio la razón. La justicia hasta ahora tampoco.
El gas y la luz no va a ser más subsidiado pero no quitan el castigo por usar de más cuando sí quitaron el premio por usar de menos.
Los Bancos cobran cualquier cosa con la excusa encubierta de lo más imaginativa y grandes tiendas hasta te prestan dinero, pero no se te ocurra calcular a qué interés, ni cuánto de punitorio si te retrasas por día. Tal vez tanto, como días hay en el año.
Y así puedo seguir enumerando. Demasiado para una sola reflexión. Cansados, te ganan por cansancio. Cómo hacer para estar atento? Hay solución?
Sí: hacer Teatro! Vivís en el limbo por un rato y te alegra la vida. Y se la alegra a los demás. Después volvés a la realidad, pero quién te quita lo bailado!
Hamlet diría: “qué hacer pués, qué recursos nos quedan! Oh, miserable condición la nuestra!” Hablado en plural lo que es singular. Cómo singular es nuestra vida!
Publicado por Adrián Di Stefano
Buenos Aires, Argentina
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