Se cumple en la fecha el 222º aniversario del nacimiento de uno de los más grandes y controvertidos poetas de la humanidad: Lord Byron.
Su nombre fue George Gordon Byron y nació en Londres, el 22 de enero de 1788 siendo considerado como uno de los escritores más versátiles e importantes del Romanticismo. Vale la pena conocer los pormenores de la vida de este artista debido a su peculiar forma de vivir, pues considerado un libertino por la gente de su tiempo, también se involucró en revoluciones en Italia y en Grecia, país en el cual falleció a temprana edad.
De alguna manera, la influencia de su padre fue un basamento importante en sus formas posteriores de conducta. John «Mad Jack» Byron había huido a Francia, escabulléndose de sus acreedores y allí había mantenido a varias amantes, derrochando a su antojo lo que le quedaba del dinero de la familia. Así, a temprana edad y en compañía de su madre en Aberdeen, George heredó de su progenitor poco más que deudas y los gastos de su funeral.
No obstante, si la herencia material del padre fue poco más que un disgusto para el hijo, no se puede decir lo mismo de la herencia espiritual, pues el joven conservaría su amor por la belleza, el culto a la galantería, y su inclinación hacia la vida licenciosa. De su madre, en cambio, heredaría el cariño que ésta le ofreció, su dulzura, pero también su atroz temperamento.
George nació con una pequeña deformidad en el pie derecho y siempre apostó a que tal deformación había sido debida a la mojigatería de su madre, quien había rechazado asistencia médica en el parto. Por este problema, su padre dijo que jamás llegaría a andar. Pero el pequeño Byron, quien tuvo que calzar un zapato ortopédico durante toda su infancia, se rebeló a la creencia del padre, y aprendió a correr antes que a caminar, y aun cuando anduvo cojo, presumía de andar más rápido que muchos. En el futuro, al alcanzar la juventud, sus maneras y modales le servirían para disimular su cojera, haciéndola parecer un caminar excéntrico a la vez que distinguido.
Tuvo que soportar muchas burlas y rechazos por su deformidad, pero aprendió con el tiempo a defenderse bajo la máxima de que «cuando un miembro se debilita siempre hay otro que lo compensa», palabras a las que en su vida siempre haría honor. Además de la cojera sufrió mucho por el frío, ya que sus huesos siempre fueron frágiles, lo que le causó gran malestar.
La relación de sus padres, que marcó a Byron de forma importante, podría definirse como tempestuosa. Si bien jamás pudo considerar a su padre como un auténtico amante de su madre, ésta, a pesar de su rencor por lo ilícito de la vida de su marido, se volvió triste e inconsolable tras su pérdida. Byron describiría la relación que vivió con su madre Catherine como una aventura de golpes y besos. Catherine llamaba con frecuencia al pequeño Byron “cojo bribón” o “pequeño diablo”, mientras él la llamaba “vieja” o “la viuda”. Pese a esta relación de amor-odio, Byron diría posteriormente que su madre fue la única que lo había entendido.
Cuando cumplía la edad de nueve años, Catherine lo puso en manos de una joven institutriz y enfermera escocesa, devota calvinista, apodada Mary Gray, quien lo inició en la lectura de la Biblia y en el sexo, ya que en aquel entonces, y pese a lo breve de su edad, tuvo sus primeras relaciones sexuales con ella. Junto a ella pasó el verano en el valle del Dee, en una casa de campo cercana a Abergeldie, y contempló las aficiones alcohólicas y orgiásticas de Mary Gray. De aquella época, además del mundo que se le descubrió a través de la sexualidad con la joven Mary Gray, a quien guardaría para siempre a fuego en su memoria, Byron recordó también la belleza de las montañas escocesas, indagando en sus recovecos a diario, en sus continuas escapadas y muy a pesar de su latente cojera.
Byron no guardó recuerdo amargo de aquellas primeras relaciones sexuales y lecturas religiosas, ni contó al respecto que le hubieran perjudicado de modo alguno. Contrariamente, afirmó que la experiencia en el valle del Dee le ayudó a madurar y comprender de forma precoz el sentimiento de la melancolía.
Ocurrió esto mientras vivía en la ciudad escocesa de Aberdeen, donde se inició en latín e historia con la ayuda de un preceptor presbiteriano hasta su entrada en la Aberdeen Grammar School. Fue mientras cursaba el cuarto grado en la histórica escuela cuando su presencia fue requerida en Inglaterra debido al fallecimiento de su tío abuelo William Byron.
Una vez allí, se le reconoció su aristocracia, y aunque nunca le tuvo excesivo aprecio al título que le correspondía, la experiencia le hizo ampliar sus horizontes, y creyó crecer de golpe al imaginarse en un futuro en la Cámara de los Lores. Vivieron madre, hijo e institutriz en el lugar, en la recién heredada Newstead Abbey, la cual, para su sorpresa, frente a sus aspiraciones de nueva riqueza, estaba cargada de deudas y en muy mal estado. Pero el poeta recordaría gratamente que ésta fue la mejor residencia que tuvo. Allí conoció y se enamoró de su prima Mary Duff, quien lo rechazó por ser un chico muy joven para ella. Esta situación, que lo dejó desolado, lo animó a empezar a realizar sus primeras composiciones.
El pequeño Byron fue enviado al colegio del doctor Glennie, en Dulwich. Allí sus estudios se vieron interrumpidos constantemente por las manías de su afectada madre, quien continuamente interrumpía su estancia para llevarlo consigo durante largos periodos de tiempo. Durante esta época es cuando Byron lee una de sus obras predilectas, “Las mil y una noches”, aunque ya era ávido lector desde hacía años.
Pero en 1801, gracias en parte a una pensión había recibido la madre del joven por parte del rey, Byron fue admitido en Harrow, donde completaría sus estudios primarios.
En 1802 tuvo su primera tragedia amorosa, al morirse su prima Margaret Parker, de la que también estaba enamorado.
En 1805 se trasladó a la universidad de Cambridge. Aquí, además de ser un brillante estudiante, destacaría por sus trajes extravagantes y su vida licenciosa y despilfarradora. Fue muy aficionado a escribir versos y aprendió boxeo y esgrima, siendo un gran experto en ambas artes de lucha. Dejaría la universidad por falta de dinero y se mudaría a la calle Picadilly 16 de Londres, en donde fue amante de una prostituta. Luego, ya sin dinero, volvería con su madre a Southwell y se dedicaría en cuerpo y alma a la poesía. Ese año publicó su primer poemario, “Composiciones fugaces”, gracias a una amiga suya, Elisabeth Pigot, la cual le pasó en limpio sus escritos y los editó. Sin embargo, el párroco de la zona no dejó que saliera a la venta y lo quemó, porque en uno de los poemas salía mal parada una tal Mary.
En 1807 se publicó en la prestigiosa revista Edinburgh Review su libro de poemas “Horas de ocio”, que suscitó dispares opiniones. Ante la crítica siempre respondía de forma combativa o escribiendo una nueva obra. En 1809 ocupó un escaño en la Cámara de los Lores, escribió la sátira “Bardos ingleses y críticos escoceses” y emprendió un viaje de dos años por España, en donde le cautivó la belleza de las españolas y tuvo una entrevista con el General Castaños en plena Guerra de la independencia. Viajó también por Portugal, Albania, Malta y Grecia, en donde atravesó el Helesponto a nado, junto con su amigo Hobhouse, y donde escribió las sátiras “Hints from Horace” y “La maldición de Minerva”. También estuvo en Turquía, donde intentó descubrir Troya. Durante estos viajes tuvo varias relaciones, tanto con mujeres como con hombres. En 1811 murieron su madre y dos de sus amigos en tan sólo un mes, cosa que influyó mucho sobre su ánimo, ya que se obsesionó con la muerte. Entonces se refugió en su hermanastra Augusta Leigh, manteniendo una relación con ella, lo que provocó que se le acusara de incesto.
La publicación en 1812 de los dos primeros cantos de “Las peregrinaciones de Childe Harold”, poemas que narran sus viajes por Europa, lo llevaron a la fama. Además realizó otra serie de obras como “El Giaour”, “La novia de Abidos”, “El corsario” y “Lara”, estableciendo lo que se llamó el héroe de Byron. Por esta época conoció al que sería su biógrafo Thomas Moore, con quien, según se dice, también tuvo relaciones amorosas. También fue famoso su affaire con la aristócrata Lady Caroline Lamb. Fue poco querido por los demás componentes de la nobleza por sus continuos amoríos y críticas. Incluso fue insultado públicamente en la cámara de los Lores, a causa de haber defendido al ludismo y a los católicos. Pero a él realmente le importaba muy poco e incluso le gustaba que lo odiaran pues, en su opinión, también le temían. En 1815, año en que publicó “Melodías hebreas”, se casó con Anna Isabella Milbanke, a quien le dijo en la noche de bodas: «Te arrepentirás de haberte casado con el diablo»; posteriormente, en su luna de miel, cuando pasaban por un pueblo, sonaron las campanas por un fallecido, a lo que Byron dijo: «Seguro que esas campanas tocan por nosotros», dando a entender el poco futuro de la relación al ser personalidades poco afines. Tras conocerse que Byron no le era fiel, Anna Isabella lo abandonó en 1816, tras dar a luz a la única hija legítima del poeta, Augusta Ada. Los rumores sobre sus relaciones incestuosas con su hermanastra Augusta (con la que tuvo una hija, Medora), sus poemas antipatrióticos, su acusación de sodomía y las dudas sobre su cordura provocaron su ostracismo social. Amargado profundamente, Byron abandonó Inglaterra en 1816 y nunca volvió.
A partir de ese año 1816, comenzaría una suerte de viajes por casi toda Europa que no acabarían hasta su muerte. Fue en este año que se trasladó a Suiza y estuvo viviendo algún tiempo junto a Percy Shelley, Mary Shelley y su médico personal (Byron fue muy propenso a las enfermedades y fue otra de las causas de sus depresiones), John William Polidori. En una tormentosa noche de verano de 1816 se reunieron los cuatro en Villa Diodati, propiedad de Byron, y decidieron escribir relatos de terror dignos de aquella noche lúgubre. Inspirados ambos en la personalidad de Byron, Mary Shelley escribió “Frankenstein” y Polidori su relato “El Vampiro”. En su estancia suiza Byron redactó “El prisionero de Chillón”, “El himno a la belleza intelectual”, “El sueño” y “Estancias a Augusta”.
Desde 1817 hasta 1822 estuvo viajando por Italia, recorriendo ciudades como Pisa, Génova y Roma, donde tuvo una aventura con Margarita Cogni y vivió en el palacio Nani-Mocenigo, residencia que fue casi un harén para él, frecuentando las tertulias de las condesas Benzoni y Albrizzi. En 1821 participó en la revuelta de los carbonarios en Ravena y se enroló en los movimientos contra el Papa (publicó por entonces su obra crítica “La profecía de Dante”) y contra Austria. También llegó a vivir un tiempo en Venecia, donde, según fanfarroneaba, había tenido 250 relaciones sexuales con mujeres, y donde vivió con la condesa Teresa Guiccioli, recién separada de su anciano marido. Se apasionó con la lectura del “Fausto” de Goethe, escritor a quien admiraba y con quien se carteó varias veces. Esta admiración era recíproca, ya que Goethe escribió que Byron era «el poeta del presente». A finales de 1821 escribió “Manfredo”, influido por la obra de Goethe y los parajes montañosos de Suiza; acabó varios cantos de su “Don Juan” y creó un periódico con Percy Shelley llamado “El Liberal”.
En abril de 1822 murió su hija ilegítima Allegra (nacida de su relación con Claire Clairmont, hermanastra de Mary Shelley) cuando apenas había cumplido cinco años y a la que Byron tenía gran aprecio. Además, mientras navegaba con Shelley, éste último murió en un naufragio ocurrido el 8 de julio. En septiembre se instaló en Génova, queriéndose dedicar a la política sin éxito.
En marzo de 1823 lo designaron miembro del Comité de Londres para la independencia de Grecia, marchando allí en 1824 para luchar por la independencia del país, entonces parte del Imperio otomano. Allí escribió su última composición “A mis treinta y seis años”; dio 4.000 libras y se le designó un regimiento; contactó con los bandidos de Suliotas; fue recibido como un héroe por los griegos, quienes querían hacerlo comandante, y planeó un ataque junto con el príncipe Alejandro Mavrocordatos, pero se desanimó pronto al descubrir las rencillas por el poder de los distintos grupos griegos. El 10 de abril sufrió un ataque epiléptico y enfermó gravemente. Los médicos le prescribieron unas sangrías, a lo que él se negó. Días después, extenuado por la enfermedad y llamándolos asesinos, permitió a los médicos sacarle toda la sangre que desearan. El 16 de abril practicaron la primera sin buen resultado. Al día siguiente realizaron otras dos. Murió el día 19 de abril en Missolonghi, sin haber cumplido su sueño de independencia griega. Testigos presenciales aseguraron que, en total, le habían extraído unos dos litros de sangre, aproximadamente.
Goethe escribió, ante la noticia de su muerte: «Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos».
Su cuerpo fue trasladado por Edward Trelawny, también implicado en la causa griega, y enterrado en la Iglesia de Santa María Magdalena de Hucknall, Nottinghamshire (cerca de Newstead Abbey), junto a su madre.En la Abadía de Westminster solo se encuentra un monumento conmemorativo inaugurado en 1969 porque en la época de la muerte de Byron no se permitió su enterramiento allí por su dudosa moralidad.
Fue un autor admirado por muchos de sus contemporáneos, como Goethe, Alphonse de Lamartine, Jan Potocki y por otros de generaciones inmediatas, como Edgar Allan Poe (quien basó muchas de sus Narraciones extraordinarias en personajes de Byron), Mijaíl Lermontov, Alejandro Pushkin, José Mármol, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Charles Nodier y Karl Marx .
Lord Byron tuvo un particular magnetismo personal. Consiguió la reputación de no ser convencional, ser excéntrico, polémico, ostentoso y controvertido. Muchos han atribuido sus capacidades extraordinarias a un trastorno bipolar. Siempre fue ácido y cruel. Se inclinó por los desheredados, los marginados, los miserables como los corsarios y los cosacos, y para él todo lo demás era hipocresía: nobleza, sociedad, etc. Siempre defendió a los más débiles y a los oprimidos, por lo que apoyó a España frente a la invasión napoleónica, a la independencia de las naciones latinoamericanas y, por supuesto, a la libertad de su querida Grecia. Fue un gran admirador de Rousseau. Tuvo gran afición por la compañía de los animales. Mientras estudiaba en Cambridge, guardó un oso en una institución en donde estaban prohibidos los animales domésticos. En otras épocas de su vida tuvo de compañía a un zorro, monos, loros, gatos, un águila, un halcón, gallinas de Guinea, un cuervo, un tejón, gansos, una grulla egipcia y una garza.
Publicado por Darío José
Buenos Aires, Argentina
Fuente: Wikipedia
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