jueves, 5 de enero de 2012

100 AÑOS… NO ES NADA


El barrio de Flores! Con sus casas chatas y largas, tipo chorizo, un gran patio con mesas de hierro forjado, sillas, macetas llenas de plantas que se trepan a las paredes como queriendo protegerlas del frío o del calor según la estación, vio? Donde las glicinas bailan al compás de la brisa de la tarde y los jazmines invaden los cuartos que se juntan todos en un mismo punto: el patio!
Y aquí estoy, como todas las tardes vengo a tomar mate con Doña Clotilde, una pobre mujer que se quedo viuda con cinco hijos chiquitos y que tuvo que mantener la casa familiar y darles de morfar como podía, porque el peso no le alcanzaba de ayer para mañana, porque el hoy estaba lleno de hambre. Pero no todo en esta vida es eterno, muchas veces las cosas cambian para bien o para mal y cuando ya los chicos estaban crecidos y las necesidades apretaban mucho, la escuela, los zapatos repletos de agujeros difíciles de tapar y sin cordones.
Todo esto dentro de la casa porque afuera seguían aparentando lo que habían sido y ya no eran. El marido de Clotilde era un empleado de banco muy respetable pero… el juego lo agarró fuerte y se vino abajo, una tarde se quedó dormido en la silla de hierro forjado y no se despertó más.
Como les decía, todo era terrible y lo peor los devaneos de su hija mayor que solo pensaba en ella y su principal elemento era el espejo y salir siempre con algo distinto, que iba a pensar la gente no?
Y un día se plantó la bandera de remate en la puerta de la casa por no poder pagar las deudas. Así fue como apareció “el salvador de la patria”(así lo llamaban los chicos), el tano que tenia un negocio de ramos generales y se casó con la hija mayor, compró la casa y se quedaron todos a vivir allí sin mayores problemas, eso es un decir porque la hija mayor se pasaba la vida delante del espejo para arreglarse el pelo, acomodarse las pestañas, ponerse rubor en las mejillas y ajustarse la cintura. ¡Un desastre!
Bueno, tan desastre no, ella era preciosa pero qué mina Dios mío ¡que mina! El pobre tano harto y estufo de aguantar todas las noche el mismo concierto de los bigudíes y el peinado, una tarde rompió uno a uno los espejos de la casa.
¿Dije una tarde? Ayer no más, es por eso que voy a tomar mate con la pobre señora que le dio miedo que el tano se embronque, venda la casa y los deje a la marchante… no… me parece que no es un tipo de hacer una cosa así, es buenazo, generoso, a mi me da para los fasos todos los días y a veces para una botellita de bon vin, como él dice. Claro, yo le hago una que otra changuita y por eso me paga unos pesitos que no vienen del todo mal.
Hace unos pocos días que llegó el año nuevo… qué te parece? Ya estamos en el 1900… bueno voy a golpear las manos para que me abran y después me llegaré hasta la ribera para bailar unos tangos orilleros como los que a mí me gustan… porque acá, para darle gusto al tano, solo se escucha “o sole mio”… no es que no me guste… pero… y buen.
Buenas tardes Doña, cómo está usted…

© Marta Milesi

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