jueves, 10 de noviembre de 2011

El cine de Kubrick y "La patrulla infernal" o "Senderos de gloria", y algunas analogías


Es una de esas películas que hicieron historia. No lo conocía al gran Stanley antes de presenciar esta joyita cinematográfica. Pienso que probablemente es la película de guerra más importante que he visto, y por varias razones que voy a pasar a explicar. Se basa en un hecho real ocurrido en la gran guerra, la primera; en ella, unos militares franceses muy capangas, más que capangas, el uno y el dos de las fuerzas militares, ante la necesidad de hacer algo como para evitar los malos comentarios por la marcha de la contienda contra los alemanes, no tienen mejor idea que mandar al frente, y a una muerte segura, a una de sus compañías.

Al mando de esa unidad está un coronel que es el militar que todos quisiéramos tener entre las filas de nuestros ejércitos, es valiente, es arrojado, es duro, pero al mismo tiempo humano y sensible con sus hombres. Kirk Douglas, en uno de sus mejores papeles, tuvo muchos mejores papeles Kirk, es el último de los mohicanos de la vieja guardia hollywoodense, como les decía, en uno de sus mejores papeles, está espléndido interpretando al mencionado jefe. La patrulla del caso que no es infernal, el título en Argentina fue pésimo y solamente establecido por atracción comercial, queda diezmada y sus hombres terminan como la carne picada para empanadas... Además, los que vuelven son tildados de cobardes. Claro, los capangas no pueden hacer otra cosa que buscar falsos culpables ante tanta ineficiencia, incapacidad, y cinismo... Them, ahí aparece la resolución del caso. Que no cuento, no digo, no comento, porque quiero que aquellos que no hayan visto estos senderos de gloria, entren en ellos, porque son también senderos de gloria del cine.

Las escenas de guerra, que hasta ese momento eran súper convencionales -y parecía que los soldaditos de USA se iban de picnic-, aquí tienen un realismo impresionante. Es la primera vez que vemos algo tan dramático. Yo creo que como antecedente podría citar, como algo también similar, pero no tanto, lo exhibido en pelis como "Sin novedad en el frente" y "Tiempo de vivir, tiempo de morir"... Luego vendría el amigo Spielberg con esa media hora inicial de "El soldado Ryan", que había que bancársela, pero que posteriormente se echaría mucho a perder con una historia bastante poco creíble, y llena de un patrioterismo pueril.

En cambio, ésta sí me parece importante en ese aspecto. Y en otros. Pocas veces me conmoví tanto con un desenlace como el que ocurre aquí, con esa mujer alemana, triste, indefensa, puteada, carajeada que se pone a cantar, en un cafetín de mala muerte poblado de soldados enemigos; ahí, se larga tímidamente con una canción tan desolada como ella, y tremendamente nostálgica, que hace que todos, tanto los franceses como la misma alemana se unan en esa melodía...

Tristes, solos, indefensos y repodridos de la guerra.

¡Cuántas situaciones! Me cuesta no identificar esto con lo de Malvinas... ¿Cómo tengo que hacer para no derramar una lágrima, pensando en nuestros chicos, en nuestros pobres chicos allá en Puerto Argentino, o Stanley, como dicen ellos... muertos de hambre, de frío, luchando contra una de las potencias más grandes del mundo? Pregunto y vuelvo a preguntar ¿cómo puedo hacer para no identificar esto con aquello?

Tristeza, mucha tristeza en la evocación... Y aquellos mariscales de la derrota, como estos mariscales de la derrota, los mismos perros con diferente collar, como diría alguien muy cercano en mi vida y en mi historia.

Los mismos perros con diferente collar...y muchos inocentes muertos.

Determinados compatriotas, o colegas de rutas, o compinches ocasionales, o amigos incompatibles ideológicamente, dicen, dirán, dirían, como el tango:

Olvide amigo...

Y convocan a la amnesia, al hipnotismo, al sonambulismo, a la impiedad, al letargo pensante, a la irrealidad, a la sumisión, al ostracismo, al aturdimiento.

Sí, así es...Se quieren olvidar muchas cosas...

¿Se puede?

¿Se puede olvidar?

Olvide amigo dirán algunos, pero olvidarlo nunca podré...

© Ángel Capparelli
Buenos Aires, Argentina
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